La confianza en uno mismo es un factor muy importante (en ocasiones hasta determinante) a la hora de asumir y encarar retos. En el terreno deportivo es uno de los aspectos clave porque el nivel de autoconfianza que tengamos va marcar mucho nuestra evolución en el pádel y nuestros éxitos.
La autoconfianza es el sentimiento que te hace creer en tus posibilidades para lograr un objetivo. Esa energía con la que nos decimos a nosotros mismos que podemos enfrentarnos a nuestros miedos y conseguir lo que nos hemos propuesto.
El nivel de autoconfianza varía muchísimo de una persona a otra. Hay gente super segura de sí misma que tiene una actitud a la hora de enfrentarse a los retos que se le plantean o que se pone a sí mismo, arrolladora. Y otras personas necesitan más estímulos o algún empujoncito para llegar a creer en sí mismos.
Cuando comenzamos a jugar al pádel es muy común sentir una serie de miedos e inseguridades hasta que vamos aprendiendo a aplicar la técnica y nos vamos siento cada vez más cómodos. En realidad esto es algo común a todo lo nuevo o lo desconocido que decidimos hacer en nuestra vida, al principio puede asustar pero con el tiempo lo normal es ir ganando confianza a medida que todo va yendo mejor.
Aun así hay padeleros que tienen tendencia a sentirse inseguros siempre que saltan a la pista, aunque ya tengan experiencia y se sepan las reglas de memoria y hayan practicado todos los golpes. Determinados partidos importantes, torneos, puntos decisivos, etc. nos ponen más nerviosos de lo normal y atravesar una mala racha, tener una lesión o llevar tiempo sin jugar y tener un partido importante, por ejemplo, pueden hacer que la confianza que tenemos en nosotros disminuya mucho.
Para mejorar la autoconfianza hay unas cuantas “recetas” que se pueden convertir en hábitos y que nos van a ayudar mucho a estar más a gusto con nosotros y, de esta manera, conseguir que las cosas nos salgan mucho mejor:
– Conocerse a uno mismo, cuáles son mis puntos fuertes y débiles, qué cualidades positivas y negativas tengo dentro de la pista. Qué nivel real tengo, cómo está siendo mi evolución, etc. Para poder mirar más allá, primero hay que aprender a mirarse bien a uno mismo.
– Convertir lo negativo en positivo. Hay que intentar apartar de nuestra mente los pensamientos rollo “a mi esto no me sale”, “este golpe se me da fatal”, “acabo de fallar otra vez, soy lo peor”, etc. etc. Para lo único que sirve esto es para castigarnos pero desde luego para mejorar no.
Estos pensamientos hay que darles la vuelta y repetirnos con firmeza cosas como “venga va, que esta sí que va entrar”, “vamos, que puedo, ¡claro que puedo!”, etc.
– Marcarse metas, objetivos por los que luchar, pero no de cualquier manera. Ya hablamos hace tiempo de la importancia de ponernos objetivos para ir avanzando en nuestra trayectoria padelera y de cómo hacerlo correctamente.
Los objetivos que nos pongamos tienen que ser alcanzables y realistas porque si nos ponemos metas que se escapan completamente a nuestras posibilidades, aparte de no tener sentido, lo más probable es que nos frustremos y nos de un bajón de autoconfianza cuando no los logremos.
También tenemos que tener metas específicas porque si no concretamos nos será mucho más difícil después saber si hemos cumplido lo que nos propusimos o no.
Y cuanto más a corto plazo sean mejor. Querer ser un gran jugador de pádel está muy bien como objetivo general y a largo plazo, pero para llegar a conseguirlo tenemos que plantearnos objetivos a corto plazo que ir superando y que nos den la fuerza y el ánimo y el subidón de confianza que necesitamos para seguir progresando.
– Evitar las comparaciones. Los demás no deben ser tu referencia. Aunque está bien tener modelos a seguir, tienes que ser tu mismo y si llegas algún día al mismo punto que tu persona modelo será a través de tu propio camino.
Además, al compararte con otros acabas más pendiente de lo que hacen ellos que de lo que haces tú. Y como decíamos cada persona tiene que centrarse en sí misma y en sus características. Las mías y mi manera de encarar las cosas no van a ser las mismas que las tuyas ni que las de tu vecino de al lado.
– Ser constante. Si te propones algo ve a por ello y no te desanimes si a la primera caes. Te levantas y lo vuelves a intentar, igual cambiando algo en tu manera de actuar tras haber analizado qué ha podido fallar. Pero no lo dejes, no te quedes con un “es que no puedo”, “es que no me va a salir” (recuerda darle la vuelta a estos mensajes) y lúchalo. El simple hecho de esforzarte y de poner empeño en lograr tus sueños es muy motivador y ayuda a gana confianza en uno mismo.
– Ponte pequeños retos diarios. Mejorar la autoconfianza es un trabajo de largo recorrido y si conseguimos convertir en hábitos determinadas tareas para reforzarla, cada día avanzaremos un poquito más.
– Ser conscientes de nuestros logros. Muchas veces nos da por acordarnos solo de lo que nos sale mal y así claro, imposible confiar en nosotros mismos porque tenemos en mente lo malo. Tienes que tirar de recuerdos de cosas que has ido logrando y que han sido importantes para ti y decirte que si aquella vez pudiste, por qué no vas a poder ahora.
– Tómate las cosas con humor, aprende a reírte de ti mismo y a quitarle importancia a las cosas. Te ayudará a relajarte a mirar la vida de una manera más calmada a reducir el estrés y a no hacer dramas de cosas que no merece la pena.